Cuando el gasto público es un capricho, o el ejemplo de la “obra pública”
De más está decir que nuestro país cuenta con una infraestructura obsoleta o deficiente en todos los rubros: autopistas, ferrocarriles, aeropuertos, caminos rurales, cloacas, comunicaciones, hospitales, etc. Esa era la realidad cuando asumió el gobierno de Cambiemos y sigue siéndolo hasta hoy.
Entre los políticos argentinos es usual tener a la obra pública como “caballito de batalla”, ya sea por su ideología estatista, o por su amor a aparecer “cortando cintas”, o por promover y ser parte del capitalismo de amigos, cosa que llegó a ser capitalismo de cómplices en la era kirchnerista, llegando a cobrar e inaugurar obras no realizadas por las que están respondiendo ante la justicia y esperamos que sean condenados con el máximo rigor.
Pero aún suponiendo que los gobiernos se manejen con la máxima transparencia, queda claro que lo mejor es la iniciativa privada, más aún en este momento de altísimo gasto público. En 2015, Argentina tenía el gasto público más alto de la historia y rondaba el 44 % del PBI.
Resulta cuanto menos incomprensible que el Estado le haga asumir a los contribuyentes el costo de las obras que bien pueden ser llevadas adelante por el sector privado. Un claro ejemplo es la Red Federal de Autopistas elaborada por la Fundación Metas Siglo XXI, consistente en 12.822 km. de autopistas a ejecutarse en base a inversión privada de riesgo y sin avales del Estado. Los concesionarios financiarían su construcción con créditos-puente de mediano plazo gestionados ante los bancos comerciales.
Finalizado cada módulo, los concesionarios serían propietarios del flujo de fondos de una tasa vial (user’s fee) en una relación de dos centavos de peso (de enero / 07) por litro de combustible cada 1.000 kilómetros de nuevas autopistas habilitadas al público, lo cual genera una inversión equivalente a dos mil millones de dólares gracias a la prodigiosa capacidad de generación de recursos del tributo sobre combustibles combinado con la excelencia de la ingeniería financiera. Esto equivale a que un centavo de dólar por litro de combustible genera una inversión de tres mil millones de dólares, suficientes para construir mil millas (unos 1.610 km.) de nuevas autopistas.
Teniendo este proyecto que había sido apoyado por 23 provincias en la Declaración de Puerto Deseado (Santa Cruz), según Resolución 7/98 del Consejo Interprovincial de Ministros de Obras Públicas, no tiene ningún justificativo que el gobierno del presidente Macri no lo haya tomado para conseguir una importante baja del gasto público en el rubro de las obras hechas por privados.
Tenemos aquí una lamentable muestra de el gasto como adicción de nuestra clase política, que también es la gran causa de nuestra decadencia.
Fuente: Fundación Metas Siglo XXI.

Abogado especializado en marcas y patentes. Activista por los derechos ciudadanos. Analista y asesor en temas de gasto público.
Conferencista y autor de los libros Yo pago, tú pagas, ellos gastan y Ellos Gastan 2002.
Conductor y productor de El Despertador Radio, Radio Génesis AM 970.
Columnista en Casado con el campo, Radio Argentina AM 570 y en Pregón Agropecuario.
Columnista en InfoPilar y en El Primero de la Mañana, Radio Cadena FM 94.9 de Pilar.
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