La paradoja de los promotores de exportaciones: la devaluacion y una oportunidad que se asoma
Un reacomodamiento del tipo de cambio –aparentemente involuntario– ha modificado ciertas reglas de juego que imprevistamente posibilita que algunos sectores dispongan de mejores perspectivas en el corto plazo.
Esto solo impacta de un modo positivo en quienes comercializan productos al exterior. Para los importadores, las noticias no son tan alentadoras y tendrán que repensar bastante sus proyectos ante este nuevo panorama. Lo cierto es que el Gobierno nacional, en tiempos de tanta incertidumbre y preocupación, visualiza una luz al final del túnel y cree entonces que es el momento de estimular a quienes tienen la posibilidad concreta de exportar.
Todo esto parece muy razonable, por lo que resulta imperioso recorrer ese camino con enorme celeridad ya que solo se trata de una frágil coyuntura, y no de una situación que haya venido necesariamente para quedarse.
Esto es lo que ocurre cíclicamente en la historia económica de esta nación que carece de políticas de largo plazo y que siempre deambula tratando de maximizar su ecuación durante las breves oportunidades que dispone.
La de ahora es una más de las tantas. Una interesante variación cambiaria le brinda cierto oxígeno de competitividad artificial a determinados rubros de la economía doméstica que tienen aún intacto su potencial exportador. Son ellos los que podrán realmente beneficiarse con esta eventualidad y permitirle así al país apalancar su anhelado desarrollo. El sector agropecuario es el más entrenado en estas lides, y en este esquema son los que tienen la experiencia suficiente para obtener los mejores resultados.
Entonces sería muy inteligente contribuir ahora con esa ventana de oportunidades y hacer todo lo que esté al alcance para optimizar esta etapa que puede ser nuevamente pasajera o permanecer por algún tiempo.
No es una novedad que algunos ostenten una gran capacidad autodestructiva y de boicot serial a cualquier ocasión favorable. Tal vez por esa razón, esta vez tampoco faltaron a la cita los que pidieron mayores retenciones para el campo o fomentaron delirantes mecanismos tributarios. Es que muchos ciudadanos suponen que disponer de ventajas genuinas o talentos reales es algo que debe ser fuertemente castigado para compensar a quienes no tienen esas virtudes. El resultado de esa visión esta a la vista.
Lo paradójico es que quienes sostienen que esta es una magnífica oportunidad que debe ser aprovechada, no entienden cómo funcionan la economía y los negocios, probablemente porque muchos de ellos siempre fueron funcionarios y jamás han emprendido proyecto empresario alguno.
Siguen pensando que para exportar solo hay que tener un buen precio y un excelente producto. No han tomado nota de que además se necesita de un Estado colaborador que facilite los procesos y simplifique todo, pero fundamentalmente, que se quite del medio y no estorbe para nada.
La inmensa nómina de absurdas regulaciones y de trabas insólitas, a lo que se agrega la aplastante burocracia, los múltiples gravámenes y la omnipresente corrupción, se han constituido en un escollo casi insalvable.
Cualquiera de estas cuestiones, o varias de ellas combinadas, puede dejar fuera del mercado a cualquier bien intencionado emprendedor dispuesto a formar parte de esta cruzada exportadora y generadora de divisas.
Por eso resulta difícil comprender cuando los mismos que dicen que la única salida posible es exportar más, ya que pretenden colarse en ese despliegue intentando recaudar impuestos o exigiendo disparates en vez de impulsar a aquellos pocos que están intentando abrirse camino para beneficio de todos. El actual registro de exportadores de la región es muy acotado y sería más que deseable que esa lista se ampliara rápidamente, pero para ello hace falta trabajar duro en eliminar esas barreras que desaniman a cualquiera.
Para el noreste argentino es un asunto vital y –al menos hasta ahora– no se visualizan muchas acciones en esa dirección. Debería ser un tema absolutamente central al cual ponerle mucha atención en estas horas.
Las provincias del noreste del país no poseen un vigoroso sector industrial ni tienen recursos minerales. Sin embargo, la agricultura y la ganadería son por aquí una fuente casi inagotable de generación de riquezas y el principal aliado para salir de la inadmisible pobreza crónica. Muchos dirán con razón que la política exportadora es un resorte casi exclusivo del Gobierno nacional. Las normas reguladoras y las imposiciones se establecen allí y es en ese ámbito donde deberían ser revisadas a fondo.
Los que afirman que estos aspectos no pueden ser modificados, mienten sin piedad. La inmensa mayoría de esas normativas podrían eliminarse si existiera una férrea decisión política sin pasar siquiera por el Congreso. Pero también falta una acción complementaria de los gobiernos municipales y provinciales de la región. Ellos no solo deben gestionar esas reformas donde corresponde, sino que tienen la responsabilidad de estudiar la cuestión, trabajar con los interesados y ayudar a quitar todos los obstáculos.
Ante tanta preocupación por la marcha de la economía, hacerse los distraídos no parece una buena alternativa. Los gobiernos locales no deben ser meros espectadores y podrían aportar mucho si toman esta posta.

Periodista. Consultor en Comunicación. Presidente de la Fundación Club de la Libertad (provincia de Corrientes). Liberal libertario, defensor de los derechos individuales y los mercados libres.
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