Caramelos, chocolates y el destino de una nación
¿Me como una golosina ahora, o si espero un poco podré comerme dos?
Esta es la disyuntiva que planteó Walter Mischel (1930-2018), psicólogo americano de la Universidad de Stanford, a un grupo de niños en los años 1960 para estudiar su capacidad de autocontrol. El experimento era sencillo: llevaban a los niños a una sala donde habían unas golosinas (nubes de azúcar o marshmallows en inglés) y les daban la instrucción de que si resistían la tentación durante quince minutos, en vez de una golosina podrían comerse dos.
Casi cincuenta años después, Mischel sacó importantes conclusiones de sus experimentos sobre la fuerza de voluntad y la disciplina personal. En su libro El test de la golosina, explica que el autocontrol es una virtud que ayuda a predecir el éxito de una persona mejor que su coeficiente intelectual. En general, aquellos niños que habían logrado contener sus impulsos de comerse la golosina, durante su vida adulta habían sido más capaces de perseverar en conseguir sus objetivos profesionales, eran menos proclives a caer en la depresión, tenían vidas más estables y disfrutaban de relaciones más duraderas.
Una sociedad es lo mismo: cuando puede decir «no consumiré esto para guárdalo para después» (ahorro e inversión), es una sociedad exitosa. Esto se comprueba en las tasas de ahorros de un país, donde las naciones que muestran más tendencia al ahorro, más éxito han tenido a largo plazo. Es el caso del Fondo Noruego creado en 1990 en una decisión de la Asamblea Lesgilativa. Este fondo invirte en mercados internacionales, de modo que el riesgo sea independiente de la economía noruega. Actualmente es el mayor fondo de Europa y cuarto en el Mundo.
Podemos hablar también del Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES) de Chile, constituido el 6 de marzo de 2007, con un aporte inicial de 2.580 millones de dólares. Permite financiar eventuales déficit fiscales y realizar amortizaciones de la deuda pública, contribuyendo así a que el gasto fiscal no se vea mayormente afectado por los vaivenes de la economía mundial y la volatilidad de los ingresos que provienen de los impuestos, el cobre y otras fuentes. El crecimiento esperado para 2019 es de un rango de entre 3 y 4 % para la economía chilena. Estos resultados ha llevado a Chile a ser la primera economía de América Latina que tienen posibilidades de ser una economía desarrollada.
¿Qué hubiese pasado si Venezuela hubiera constituido un fondo soberano con los ingresos extraordinarios que producía el barril de petróleo a 106 dolares? ¿O si Argentina hacía lo mismo con fondos de la renta de la soja a 600 dólares la tonelada? Tal vez ambos países estarían en otra situación.
Como se habrán dado cuenta, mi analogía va en sentido de plantear qué aspectos de la psicología individual pueden ser comparados con las premisas sociales que rigen una sociedad, como lo son el ahorro y la inversión, con aprender a esperar para comerse los dulces.
Esto también explicaría por qué algunos llaman «adolescente» a la sociedad argentina. Cuando alguien sabe o conoce las consecuencias de prometer caramelos para hoy, lo llamamos «demagogos»; y cuando lo hacen por desconocimiento, «ignorantes». Pero cuanto es todo un partido, o los políticos en general, o la misma argentina donde se mezclan demagogos e ignorantes, convierten en dogma la necesidad de comerse todos los chocolates hoy. Y la verdad es que no sé cómo se le llama a eso. Tal vez llegó el momento de ponerle un nombre.
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