La sociedad argentina: el hedonismo como ética predominante
Nuevo columnista: Lucas Maciel
Durante el gobierno de Pericles (442 a.C – 429 a.C), la democracia ateniense se fortaleció, Atenas era la dominante de las polis integrantes de la liga ático-délica y la vida cultural alcanzó su auge. Sin embargo, después de treinta años de enfrentamientos con las polis de la Liga, finalmente Atenas terminó por caer, concluyendo con el “Siglo de Pericles”. Durante ese período surgieron guerras internas entre los partidarios de la democracia y la oligarquía, lo que condujo a la decadencia de esa polis.
Una de las consecuencias indirectas del vínculo de esta polis con otras regiones fue que permitió que sus ciudadanos tomaran conciencia de la existencia de otros sistemas sociales y estilos de vida. Esta amplificación cultural llevó a un cuestionamiento de las costumbres y tipos de vida tradicionales y a sostener que el fin de la vida humana consistía pura y exclusivamente en la satisfacción de los placeres, es ahí cuando surge el hedonismo. Se puede explicar al hedonismo desde una ecuación simple que incluya, según la lógica griega, por un lado el bien y por otro la eudaimonía (felicidad), es decir, el ser humano tiene que basar su vida en algo que sea bueno y a la vez le permita alcanzar la felicidad.
Bien :: Hedoné :: Eudaimonía. Esta ecuación termina por resolverse centrando a los placeres como punto medio entre el bien y la felicidad, por lo tanto, el hedonismo es una corriente ética que comprende el obrar del hombre en base a los placeres y la buena vida.
Harold Lasswell (1958), prestigioso politólogo estadounidense, decía que “La política es quién obtiene qué, cuándo y cómo”. Esto significa que la provisión de bienes públicos por parte del Estado implica una redistribución de los recursos en la sociedad, lo que lleva al desate de conflictos dentro de la arena sociopolítica. El problema aparece cuando no se tiene en cuenta que esos recursos son escasos por definición y que, por otro lado, el presupuesto estatal no es infinito y no puede atender todas las necesidades sociales inmediatamente sin generar consecuencias que impacten negativamente en la realidad. Es en ese momento donde el hedonismo toma protagonismo en la forma de vivir de ciertos sectores, donde la ética de determinados individuos se reduce a sus placeres, a la sed de satisfacción instantánea, al querer todo ahora, en este preciso momento.
Aquellos que demandan un plan social, los docentes que reclaman un aumento salarial, los jubilados pidiendo por una jubilación más digna, las manifestaciones en detrimento del orden público y el libre tránsito, diferentes sectores reclamando por reformas en distintos campos de acción, etc. Todos ellos, dominados por las ansias de saciar sus necesidades, están colaborando con el colapso del sistema político, o en términos de David Easton (1965), “The Black Box”. El politólogo canadiense explicaba que cuando los imputs (demandas sociales) superan la capacidad de brindar outputs (respuestas) de la “Black Box”, se producen las crisis o colapsos políticos.
La prudencia de los encargados de tomar decisiones es sumamente importante en las sociedades hedonistas como lo es la argentina, es fundamental mantener la calma y no dejarse llevar por grupos de presión desestabilizadores. Si esto ocurre, se pagará la inevitable consecuencia del dar todo ahora, que es el perjuicio de los individuos que habitan en la sociedad. Si no se tiene en cuenta el presupuesto y la escasez de los recursos, y se cede ante las demandas hedonistas paralelas que confluyen en la responsabilidad del político, se terminará por desbarrancar el orden de las cuentas públicas e impactará irreversiblemente en la vida de los ciudadanos, frustrando los proyectos de vida de cada uno de ellos.
“La prudencia en política es una virtud fundamental, porque gobernar se parece bastante al hacer malabares en un bazar de sueños ajenos y de cristal” (Vázquez, 2020).
La corrupción en la política también tiene su explicación hedonista si consideramos que el placer del individuo en este sentido es el dinero, que no tiene nada de malo perseguir el lucro, el problema es que el distanciamiento de la ética lleve a la obtención ilegítima de ese dinero. Sayéd y Bruce (1999) definen a la corrupción como “el mal uso o el abuso del poder público para beneficio personal y privado”. ¿Acaso no es el instinto del necesitar el dinero en ese preciso instante para determino fin el que lleva a ese mal uso del poder público? Una ética totalmente hedonista, darle la espalda al bien común para utilizar el poder en pos del interés propio. Esto ya va más allá de lo que Adam Smith (1776) definía como la satisfacción de nuestros propios intereses, porque eso se puede entender en un marco de competencia capitalista justa donde cada uno se gana su dinero ofreciendo algo a cambio. En este caso la corrupción supera los límites de la ética para lucrar de forma inmoral. Nuevamente el hedonismo predomina en el individuo y perjudica a la sociedad en su gran parte.
¿Qué otra solución o parche resulta de utilidad para estas sociedades hedonistas? En sociedades de gran movilización popular como lo son las hedonistas se precisa un calmante. Karl Marx (1844) decía que “La religión es el opio de los pueblos”, hoy en día me tomo el atrevimiento de reformular la frase y plantear a la televisión como ese opio que mantiene a nuestra sociedad hedonista sedada. Aún más en el contexto actual de pandemia… ya en sí el aislamiento obligatorio es una manera de tener una sociedad pasiva, adormecida, con miedo y vulnerable al poder institucional. ¿No resulta raro pensar que mientras hay personas que no tienen permitido ir a trabajar hay programas en la televisión considerados esenciales? ¿Acaso son Showmatch, Bake Off, y Almorzando con Mirtha Legrand más importantes que un trabajo para alimentar a una familia? Si tu respuesta es no, solamente basta con que observes que en este 2020 no hubo manifestaciones por el 8M o el 24 de marzo, siendo estas fechas todos los años estimulantes de la convocatoria ciudadana. Sea el aislamiento o sea la televisión, el resultado es el mismo.
El razonamiento hedonista hace rato que se viene apoderando de la sociedad argentina, y es entre muchísimas otras cosas, lo que nos está atrasando del resto del mundo. Es necesario revertir esta situación, caso contrario, la sociedad que busca saciar placeres terminará por llevarse montones de disgustos, y de seguro, para nada placenteros.
Lucas Maciel – Estudiante de Ciencia Política y Relaciones Internacionales. Dirigente de CEDEU

Abogado especializado en marcas y patentes. Activista por los derechos ciudadanos. Analista y asesor en temas de gasto público.
Conferencista y autor de los libros Yo pago, tú pagas, ellos gastan y Ellos Gastan 2002.
Conductor y productor de El Despertador Radio, Radio Génesis AM 970.
Columnista en Casado con el campo, Radio Argentina AM 570 y en Pregón Agropecuario.
Columnista en InfoPilar y en El Primero de la Mañana, Radio Cadena FM 94.9 de Pilar.
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