Recientemente el director del Banco Nación, Claudio Lozano, afirmó en una entrevista que habría que pensar en la creación de una nueva moneda, como forma de avanzar en un aumento real del consumo y una recuperación económica.
En la entrevista, aclaró que esta moneda no podía ser convertible a dólares, y que sería “una moneda que tenga todas las funciones, pero que no se pueda cambiar por dólar”.
Lla idea de Lozano descansa sobre dos pilares básicos.
1 – La recuperación económica se genera emitiendo billetes que impulsen la demanda.
2 – El único problema con esto es si esa demanda va al dólar, lo que hace que entonces el dólar suba, lo que genera que también suba la inflación y, finalmente, se aborte la recuperación.
Analicemos los problemas de este razonamiento:
El primero es que el crecimiento económico no proviene de la emisión monetaria, sino de la productividad.
La mejora en la productividad puede depender del mejor uso de la tecnología, la mayor acumulación de capital físico o el mayor caudal de capital humano.
Pero no se modifica si se aumentan las cantidades de dinero en un país.
Además uno puede emitir todos los billetes que quiera, pero si nadie los demanda no va a haber ninguna reactivación.
Si el que recibe un subsidio en la nueva moneda, no la quiere, va a comprar una guitarra, pero si el que la vende tampoco los quiere, irá a comprarse otra cosa, y así todo el mundo se sacará el nuevo billete de encima.
No aparece ningún aumento de producción, puesto que nadie percibe que haya una mayor demanda genuina por los bienes que fabrica, sino que simplemente todos están intentando huir del dinero recientemente creado.
Como hay poca demanda de este nuevo dinero, los productores de bienes comenzarán a exigir cada vez mayores cantidades antes de entregar sus bienes a cambio.
Además de aumentar cero la producción, van a aumentar mucho los precios, arriesgándose una hiperinflación
Esto nos lleva a que no importa si la nueva moneda puede o no convertirse a dólares.
Si la gente no quiere la nueva moneda, no va a servir para nada.
Va a valer cero.
Lo más ridículo de todo: la idea de Lozano ni siquiera es innovadora.
Y es que es lo que efectivamente está en vigencia en Argentina.
Es que prácticamente la definición de moneda no convertible es cumplida en su totalidad por el peso nacional, que no puede libremente convertirse a dólares.
Según economipedia, además, deben cumplirse algunas condiciones para ser convertible, entre ellas:
1) Libertad de movimiento de las monedas en el mercado de divisas.
2) Completa libertad para la tenencia o depósito de las monedas.
3) Se pueden comprar, vender o intercambiar sin ninguna intervención del gobierno que las emite”.
Como cualquiera que habite nuestro suelo sabe, ninguna de estas tres condiciones son cumplidas por el Peso Argentino, motivo por lo que la idea de Lozano, de tener una moneda no convertible a “moneda dura”, ya existe.
Es el peso que usamos todos los días en el supermercado.
Huelga decir, claro está, que esto no ha generado ningún beneficio, de ningún tipo.
Para ir cerrando, el crecimiento económico no depende de la creación de moneda.
Si ese fuera el caso, Argentina sería la primera potencia del planeta.
Además, de nada sirve emitir algo que no se vaya a demandar.
Iván Carrino
Artículo publicado originalmente en el blog de Iván Carrino (Argentina) el 23 de septiembre de 2021 y en Cato Institute.
Artículos de opinión: gasto público, impuestos, economía, política, justicia y actualidad en Argentina. «El poder de la información para la ciudadanía».
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