La contracara del angustiante pesimismo
La realidad
La pandemia paralizó a la sociedad durante meses, profundizando los inconvenientes existentes y de la mano de la impericia gubernamental agravó un complejo cuadro general.
A pesar de todo, es esencial concentrarse ahora en buscar la luz al final del túnel.
Las malas noticias inundan los medios de comunicación, pero eso no tiene nada de novedoso.
Sin embargo, la combinación de la ineptitud de los gobernantes con las sobreactuaciones de una comunidad que no tuvo reflejos para entender lo que estaba pasando han logrado conformar una escenografía escalofriante.
El mundo ha atravesado una coyuntura que no supo administrar con talento y las consecuencias se están haciendo sentir inexorablemente.
A las innegables complicaciones sanitarias se han agregado las desastrosas repercusiones económicas y además un impacto psicológico de gran escala en las familias que aún no se ha podido superar.
Frente a este panorama la tentación de continuar describiendo aquella tragedia, de dedicarse exclusivamente a hurgar en lo que ha sucedido y delirar acerca de cuestiones secundarias es una práctica inconducente.
Tal vez sea hora de intentar salir de ese nefasto círculo vicioso que no aporta absolutamente nada ni ayuda a visualizar la salida de este desmadre.
Que se debe hacer
No se trata de enojarse con las publicaciones ni despotricar contra los eternos agoreros de las calamidades
Se trata de tener la capacidad para detener esta inercia que parece ineludible y encontrar esa bisagra, que permita enfocarse desde hoy mismo en el futuro.
Resulta clave dar vuelta la página, no porque no sea necesario hacer un diagnóstico adecuado, sino porque es pertinente recargar energías para pensar en las bases sólidas de un nuevo porvenir.
Nadie dice que haya que hacer borrón y cuenta nueva.
Se debe analizar lo que ha ocurrido con detenimiento para obtener las conclusiones más atinadas y, sobre todo, para evitar repetir las equivocaciones del pasado.
De hecho, muchos de los dramas que hoy se viven tienen que ver con yerros reiterados y no con innovadores actos fallidos.
Si no se pone el foco en lo que viene será imposible que puedan emerger ideas creativas que ayuden a revertir esta perversa dinámica que transmite a diario una fastidiosa negatividad.
Este necesario trance no es mágico.
No sólo se debe cambiar la actitud actual que por cierto es bastante funesta.
Nada se resuelve solamente con “buena onda”.
Hay que imprimirle inteligencia colectiva a este esquema si se desea realmente modificar un mecanismo que no ha traído hasta aquí nada bueno.
Los disparates en los que se ha incurrido son el producto de pésimas determinaciones y de un sistema de toma de decisiones inapropiado
Esperar que eso funcione suena tan infantil como ingenuo.
La necesidad de una autocrítica
Se debe revisar con mucha autocrítica el modo en el que se gesta el norte y la manera en la que se seleccionan los instrumentos a utilizar.
No es tiempo de recurrir a los líderes iluminados sino de generar los pilares para un consenso amplio que permita implementar políticas de mediano plazo.
Buena parte del fracaso se explica en la conducta pendular que enamora a los que pretenden convertirse en “fundadores” de un nuevo país
No entienden que la continuidad jurídica e institucional los preexiste y los sobrevivirá a pesar de sus ínfulas de semidioses.
La nación es lo que es y ha llegado hasta aquí por todo lo que se hizo bien y también por la totalidad de los tropiezos.
Es preciso asumir la realidad, dejar atrás esos métodos horrendos y rescatar aquello que permita comenzar la etapa de la prosperidad.
Las transformaciones
Hay que hacer muchas transformaciones y se debe reflexionar al respecto para no cometer nuevamente errores imperdonables
Pero no hay que empezar de cero, sino justamente arrancar desde ahora con toda la historia ya conocida que debería ser una enorme ventaja para definir el camino.
Para salir de este laberinto se precisa de una hoja de ruta que todavía no se ha escrito y que mucho menos aun se ha consensuado con los actores centrales que deben validarla para que sea sustentable.
Los debates siempre estarán presentes pero….
No se podrá medir el resultado de un paquete de medidas si no se es capaz de sostenerlas durante el lapso indispensable para que los resultados esperados puedan concretarse.
La ansiedad suele ser muy mala consejera e invita a interrumpir procesos que serían exitosos si no fuera por aquellos que creen que las reformas deben tener impactos positivos al día siguiente.
Los desafíos que se asoman son múltiples.
Se necesitarán agallas para transitar este sendero, pero es imprescindible admitir lo que se ha hecho mal, analizar el origen de esos problemas, diseñar un nuevo rumbo general y seleccionar las mejores herramientas para recorrerlo.
El Reto
El reto es gigantesco, pero vale la pena dedicar las fuerzas que quedan a proponer ideas innovadoras y construir acuerdos que posibiliten apostar por un futuro mejor.

Periodista. Consultor en Comunicación. Presidente de la Fundación Club de la Libertad (provincia de Corrientes). Liberal libertario, defensor de los derechos individuales y los mercados libres.
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